jueves, 11 de agosto de 2011

¿Que tienen en la cabeza los sacerdotes?

Si usted, es una de las primeras veces que lee este blog, probablemente este un tanto perdido.

Lo que en realidad estoy haciendo son pequeñas reflexiones acerca de la Biblia.

Me he detenido por algunas semanas específicamente en el libro de Éxodo. Y sobretodo me he concentrado en el capitulo 28 donde este libro describe las vestiduras del Sumo Sacerdote de Israel. La pregunta del millón es: ¿que tengo que ver yo, con la ropa de un sacerdo

te que dejo de existir hace 1941 años? La respuesta es: mucho.

Hace 1941 años (año 70 d.C) los ejércitos al mando de un general romano, llamado Tito, destruyeron el templo de Jerusalén. En ese momento la figura del Sumo Sacerdote del templo desapareció en la niebla de la historia. No hubo mas templo, no hubo tampoco mas sacerdotes que ministraran en el.

Ahora bien, el sacerdocio de aquel templo, había sido instituido por Dios 1600 años antes de Cristo (1941+1600 = 3541) estamos hablando de cuestiones que tienen mas de 3500 años de antigüedad ¿en verdad esto tiene relación con nosotros hoy? Si, mas de lo que usted imagina.

Cuarenta años antes de que el templo y el sumo sacerdocio desaparecieran, Jesús iba caminando por Jerusalén con sus discípulos, y alguien dijo:

“Maestro mira que piedras, y que edificios. Jesús, respondiendo,

le dijo: ¿ves estos grandes edificios? No quedara piedra

sobre piedra,

que no sea derribada” (Marcos 13: 1, 2)

Según relata el historiador, judeo-romano, Flavio Josefo, en su libro “Guerras de los judíos”, cuando el ejercito de Tito comenzó a saquear Jerusalén, se corrió el rumor de que cada bloque que conformaba la estructura del templo, estaba asentado sobre una lamina de oro. Así que fue cuestión de decisión, desarmar completamente aquel edificio, piedra por piedra. No se sabe si encontraron alguna lámina de oro. Lo que si se sabe es que cumplieron al pie de la letra la profecía del Señor Jesús.

No pareció afectarle demasiado el tema a Jesús. Y es que él sabia, que en el momento de su muerte y su resurrección se inauguraría un nuevo templo, una nueva adoración, y un nuevo sacerdocio.

El nuevo templo:

“¿No sabéis que sois templo de Dios y que

el Espíritu de Dios mora en vosotros?”

1ª Corintios 3:16

Una nueva adoración:

“...la hora viene, cuando ni en este monte ni en Jerusalén

adorareis al Padre... Mas la hora viene, y ahora es, cuando

los verdaderos adoradores adoraran al Padre en espíritu

y en verdad... Dios es Espíritu; y los que le adoran,

en espíritu y en verdad es necesario que adoren”

Juan 4: 21- 24


Un nuevo sacerdocio:

“...vosotros también... sed edificados como... sacerdocio santo,

para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios

por medio de Jesucristo... vosotros sois... real sacerdocio...

adquirido por Dios.”

1ª Pedro 2:5 y 9

¿Donde encaja entonces, en este nuevo orden de cosas, el tema de las vestiduras sacerdotales mencionada en Éxodo 28? O más aun podríamos preguntarnos ¿de que sirve leer Éxodo, o aun el Antiguo Testamento si todo aquello ha caducado? Bien. El autor de Hebreos y el Apóstol Pablo dan la respuesta: El autor de Hebreos refiriéndose al tabernáculo y al sacerdocio del Antiguo Testamento, dice que son:

“...figura y sombra de las cosas celestiales...”

Hebreos 8:5.

Usted no es su sombra, ni su sombra es usted. Pero si un día caminando por una vereda ancha, observa que su sombra la ocupa por completo, quizá, esa visión le ayude a comprender que ponerse a dieta no le vendría nada mal.

Una fotografía de un elefante, no es un elefante, pero si usted, nunca vio uno de estos animales, quizá aquella imagen le ayude a comprender como es uno.

Las cosas “celestiales” son difíciles de comprender. La dificultad radica, en que nosotros somos terrenales. Las “figuras y sombras” que proyecta el Antiguo Testamento nos ayudan a comprender, un poco, al menos, lo que de otra forma seria inalcanzable para nosotros.

El Apóstol Pablo dirá acerca del Antiguo Testamento:

“Porque las cosas que se escribieron antes,

para nuestra enseñanza se escribieron...”

Romanos 15:4

Entonces todo el Antiguo Testamento, tiene algo que decirnos, es una ilustración de como debe ser un creyente hoy, de como debe vivir, servir y adorar. Y sin el apoyo del Antiguo Testamento, las verdades profundas, de nuestra nueva vida en Cristo, quedarían tan escondidas, que para nuestras mentes terrenales, serian absolutamente incomprensibles.

Por eso yo, dedique este tiempo a revisar cuestiones que tienen mas de 3500 años de antigüedad, pero que en verdad tienen intima relación con nosotros hoy.

Echa esta extensísima aclaración, quisiera volver a Éxodo 28. En el versículo 36, dice que el sacerdote debía llevar en la frente un “cartel de oro”. Era imposible mirar a ese hombre a la cara sin ver aquello. Lo llevaba sobre la frente (mente, pensamientos, imaginación).

Lo que nosotros pensamos, aquello que inunda nuestra mente, va a determinar consecuentemente, lo que sentimos, decimos y hacemos. Y por lo tanto determinara también lo que verán las demás personas en nosotros.

O sea, las personas no verán en mi, lo que yo deseo mostrar. Sino que verán en mi, que es aquello que satura mi mente.

El cartel decía: “CONSAGRADO AL SEÑOR”.

Si eso es lo que satura su mente, no habrá forma de que las personas vean otra cosa. Usted podrá negar y renegar, pero finalmente será como Pedro:

“Verdaderamente también tu eres de ellos,

porque aun tu manera de hablar te descubre”

Mateo 26:73

Pero esto, también ocurre en el sentido inverso. Si el cartel que usted lleva en la frente dice

“CONSAGRADO AL PLACER” o

“CONSAGRADO AL DINERO” o tal vez,

“CONSAGRADO A MI MISMO”

no importara cuanto hable, niegue o reniegue. Podrá enronquecer cantando alabanzas. Podrá pasar largas horas orando. Días enteros ayunando. Irse a vivir en la iglesia. Postrarse ante el altar en todos los cultos. Danzar y saltar como David. Y aun así no habrá manera de que los demás vean en usted a alguien “CONSAGRADO AL SEÑOR”. Finalmente será usted lo contrario de Pedro, andará por ahí diciendo: “soy un CONSAGRADO AL SEÑOR”. Pero quien lo vea dirá, -no “Verdaderamente tu NO eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre”

Lo invito a reflexionar hoy: ¿Que satura su mente sacerdotal?