domingo, 10 de julio de 2011

El Urim y el Tumim

Tiene el sacerdote como hemos dicho hombreras de oro con los doce nombres de las tribus de Israel grabados.
Tiene también el sacerdote, sobre el corazón, una lamina cuadrada, llamada pectoral. En ella, engastadas, hay doce piedras preciosas; cada una de ellas representa a una tribu de Israel y lleva esculpido su nombre.
Pero hay sobre estas dos cosas, algo que las sobrepasa en importancia: El Urim y el Tumim (“luces y perfecciones” en Hebreo)
Todo es oscuridad en cuanto a estas misteriosas piedras. Iban colocadas de alguna forma en el Efod del sacerdote, pero, nada dice la Biblia acerca de cómo se usaban. Si usted consulta algún diccionario bíblico, tal vez diga que eran usadas en forma de dados para conocer la voluntad divina.


Un día, siendo muy joven, fui a la biblioteca del seminario rabinico de Buenos Aires, solo para sacarme la duda acerca de este asunto. Ni siquiera sabia si me iban a dejar pasar. Pero fueron muy amables y en un comentario al libro de Éxodo, descubrí que los rabinos pensaban, que cuando el sacerdote quería consultar la voluntad de Dios, le preguntaba a las piedras. Si la voluntad de Dios era NO, las piedras permanecían opacas; en cambio si la voluntad de Dios era SI, las piedras adquirían un brillo cegador. Quizá esto solo sea una leyenda, motivada por el nombre de las piedras (“luces y perfecciones”) Nada sabemos acerca de esto, porque la Biblia nada dice.
Pero en algo están de acuerdo el señor del diccionario y los rabinos: las piedras determinaban la voluntad de Dios.
Más allá de la carga que se lleve, o del amor que se tenga por las personas que lideramos, lo mas importante es que en ellas se haga la voluntad del Señor. Aunque esto implique el ceder a nuestro hijo para la obra misionera, o invertir parte de nuestros recursos para abrir una nueva obra, y ceder personas y obreros valiosos, o tal vez dejar ir a esa oveja que nos es útil, y que tanta satisfacciones nos da y retener a la oveja enfermiza y cargosa.
Por mas que se este dispuesto a pagar el precio de llevar la carga. Por mas que se ame a las personas que lideramos. Si nosotros no logramos que “los nuestros” alcancen su máximo potencial habremos fracasado.

El autor de Hebreos, por revelación, describe el momento exacto en el que Dios tomo forma de hombre, y pone las siguientes palabras en los labios del Mesías:

“Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo.
Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios,
para hacer tu voluntad.
Como en el rollo del libro esta escrito de mi”
Hebreos 10:5-7.

¿Se puede entonces de alguna manera minimizar la importancia de la voluntad del Señor sobre la vida de una persona? Yo creo que no.

Los doce le están pidiendo al Señor que les enseñe a orar. El Señor gustoso de tal petición accede y les enseña el “Padre Nuestro”. (Mateo 6)

El Padre Nuestro, lejos de ser un “versito” que se debe repetir la mayor cantidad de veces posible, es la estructura de un edificio que debe ser rellenada con ladrillos, revocada, pintada y adornada. O un esqueleto que debe ser cubierto de carne, tendones, piel, y llenado con el Espíritu (Ez.37)

Las pautas del Padre nuestro son simples: Comienza declarando la paternidad de Dios sobre nuestras vidas y santificándolo. (Es normal, en los creyentes que oran, comenzar pidiendo perdón, pero no enseño eso el Señor) Primero la alabanza.

“Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre”

Lo segundo que se debe pedir es que el “reino de Dios” se establezca en la tierra, esto es tan importante que Juan, en Apocalipsis termina diciendo:

“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven, Y el que oye, diga: Ven…”
22:17.

El Padre nuestro dice:

“Venga tu reino.”

Ahora bien, la alabanza le pertenece a Dios. La decisión de “cuando” establecer el Reino de Dios en la tierra, solo le compete a Dios. Pero la tercer cosa que debemos pedir es:

“Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”

O sea que lo primero que un creyente le debe pedir a Dios, y que le corresponde hacer a el, como ser humano, es la Voluntad Divina para su vida.

¿Conozco yo cual es la voluntad de Dios para mi vida? ¿Y para mi familia, iglesia o ministerio? Si yo no se, cual es la voluntad de Dios para mi vida ¿Cómo podré realizarla? ¿Y como saber, cual es la voluntad de Dios para nuestra vida? Bueno, Urim y Tumim, no hay mas. Pero algo mayor que dos piedras hay en nosotros: El Santo Espíritu de Dios:

“…pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos,
pero el Espíritu mismo intercede por nosotros…”
Romanos 8:26


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